jueves, 25 de enero de 2007

El colapso del sistema de transporte

Una nota excelente publicada en el diario La Nacion el 19 de Septiembre de 2006, a la cual, quienes conocemos algo del estado del sistema de tránsito y transporte tenemos poco que agregar. Con gusto, la reproducimos a continuación.


El colapso del transporte
http://www.lanacion.com.ar/informaciongeneral/nota.asp?nota_id=841642

Una de las principales consignas con las que asumió Jorge Telerman fue que se inculcara en los vecinos el valor de la responsabilidad ciudadana. Es decir, que los propios porteños reconocieran la necesidad de cumplir con las normas en todos los aspectos de la vida en sociedad, desde el horario para sacar a la calle las bolsas de residuos hasta la responsabilidad de los frentistas en el mantenimiento de las veredas.

Para una sociedad que en el fin de año de 2004 había sufrido una enorme tragedia, en gran parte atribuible precisamente a esa desidia en el cumplimiento de normas, la consigna pareció no sólo un acierto sino una necesidad. Pero aquella iniciativa pasó a convertirse, en muchos casos, en una mera espera, por parte del Estado, de que la acción de los vecinos reemplazara lo que son deberes indelegables de una administración. Pocos ejemplos son tan notables como el del problema del tránsito o, mejor dicho, del transporte, pues uno no puede separarse del otro, aunque hoy el gobierno porteño esté haciendo precisamente eso.

Esta es la semana "de la movilidad" y las autoridades intentan concientizar sobre cómo contaminan los autos particulares. Incluso, se promueve para el viernes una jornada denominada "La ciudad sin mi auto", en la que los automovilistas, por propia iniciativa, deberían llegar hasta sus lugares de trabajo por otro medio. Con medidas como esa, o la anunciada construcción de nuevas playas de estacionamiento en barrios alejados del centro, el gobierno también busca desalentar el ingreso de automóviles en las zonas más críticas.

Lo cuestionable es que esta iniciativa se adopta cuando el transporte público da diarias muestras de colapso, ante la impotencia de un gobierno que admite no tener injerencia legal sobre el tema. Viajar en tren es una odisea, la prolongación de las líneas del subte incrementó la cantidad de usuarios sin que el servicio estuviera preparado para ello, los taxis son cada vez más inasequibles para el bolsillo y los colectivos -nadie controla cómo contaminan- son ejemplos de lo que no debería ser el transporte público si se cumplieran las normas. Las bicicletas sólo podrían usarse con algo de seguridad en el parque Tres de Febrero o en la Costanera: en el resto de la ciudad las prometidas bicisendas no existen y los carriles exclusivos no son recomendables si se quiere preservar la salud.

El gobierno debería saber elegir: o desalienta el uso de autos, para lo cual es imprescindible una radical transformación de los servicios de transporte público, o readapta la ciudad para absorber el caudal de vehículos que ingr esan en ella. Si es esto último, la peatonalización del centro (un sueño de Telerman) o el ensanchamiento de las veredas en la avenida Corrientes (que hizo Ibarra) son incoherentes con la idea de un tránsito más fluido. En cualquier opción, el gobierno debe saber que la solución no vendrá solamente de repartir folletos de concientización, sino de adoptar medidas concretas y hacerlas cumplir.

Por Javier Navia jnavia@lanacion.com.ar


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